Si ahora mismo nos propusieran que pensáramos en una mostaza lo más probable es que lo primero que nos venga a la cabeza sea esa salsa amarilla que suele acompañar al kétchup en los restaurantes, y que utilizamos como complemento de los perritos calientes y hamburguesas.
Sin embargo, lo que llamamos “mostaza” no es en realidad mostaza como tal. La salsa es elaborada a partir de las semillas denominadas mostaza, que a su vez es utilizado como especias por numerosas culturas. Se pueden dividir en tres categorías: blanca, negra y gris.
Se cree que se cultivó por primera vez en India en torno al año 3.000 a.C. Sin embargo su nombre propio surgió a partir de la costumbre de los romanos de combinar los granos de mostaza con zumo de uva fermentada o mosto, a lo que coloquialmente se le denominó mustum ardens (mosto ardiente). De ahí derivó a “moutarde” en francés, lo cual se acabó transformando en “mostaza” en castellano (¡así de fácil!).
Las salsas de mostaza con mayor reconocimiento a lo largo del Mundo son las siguientes:
La mostaza en grano, a parte de ser utilizada en la gastronomía mundial, también ha estado presente en la medicina tradicional. Mediante la elaboración de un cataplasma era perfecto para aliviar síntomas de pneunomía, bronquitis y otras enfermedades respiratorias, así como los dolores musculares, debido a sus propiedades antiinflamatorias. Además nutre la piel y fortalece el cabello (¡Qué más se puede pedir!).
Y...el polvo de mostaza se puede utilizar para eliminar la grasa de la vajilla y dejar los utensilios de cocina ¡como nuevos!
En definitiva, la mostaza es mucho más que un condimento…es ¡La mostaza Multiusos!
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