TIENDA & CLUB GASTRONOMICO

Se acerca las vacaciones de Semana Santa y con ellas las riquísimas torrijas y su gran diversidad de recetas, técnicas de elaboración, trucos y secretos de preparación.

Pero antes de sacar los artilugios de cocina y ponernos manos a la obra, vamos a dar una pequeñísima clase de historia (que nunca viene mal).

Las torrijas o torrejas, al igual que el potaje de vigilia (del que ya hablamos hace poco), surgieron principalmente de la prohibición de comer carne durante el periodo de Cuaresma y la consiguiente necesidad de compensar el déficit de proteínas y calorías, y además como forma de aprovechar el pan sobrante.

Además tradicionalmente se preparaban cuando una mujer daba a luz para facilitar su recuperación (esa es otra historia). Y también estaba de moda en el s.XX servirlas con un vaso de vino o chato  en las tabernas de Madrid (pero eso también es otra historia, aunque nos vamos acercando).

De lo que venimos a hablar hoy es de la elaboración de las torrijas en sí. Y concretamente de las torrijas con vino (lo más habitual es encontrarlas preparadas con leche como ingrediente principal).

Para la elaboración de este postre típico de Semana Santa se puede utilizar vino tinto (in memoriam a la sangre de Cristo), vino blancoal gusto del consumidor.

Los ingredientes esenciales para la elaboración de las torrijas son pan (a poder ser de uno o dos días), canela, azúcar y huevo; pero también hay quien le añade cáscara de limón o clavo (cada maestrillo tiene su librillo).

Para finalizar se suele combinar con un poco de miel, helado de vainilla o espolvorear una pizca de canela.

Y en esta ocasión, en vez de leche, vamos a utilizar vino; que además de conservar mejor las torrijas, le da un toque de alegría a la Semana Santa.

 

Foto Torrijas: Tnarik Innael