TIENDA & CLUB GASTRONOMICO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo dicho, tras el Carnaval  llega la Cuaresma. Cuarenta días comenzando por el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo (sin contar los Domingos…¡Menos mal!).

Este periodo se caracteriza desde tiempos inmemorables por ser un momento de penitencia y reflexión para reforzar la fe de los cristianos mediante diversos actos, entre ellos el ayuno y la abstinencia de ingesta de carne, en especial los viernes(veneris diez – día de Venus, diosa de la fecundidad y el amor).

Aunque a primera vista para muchos parece un periodo de “dolor y sufrimiento” al no poder consumir pellizco de carne, gracias a ello han surgido un gran número de recetas exquisitas y reconfortantes que se han ido transmitiendo de generación en generación hasta nuestros días.

(*gracias abuela*)

Llegados a este punto es necesario hacer una pausa para la publicidad con el fin de recordar el origen de la palabra potaje.

Potaje proviene del francés potage que a su vez tiene su origen en la palabra pote o pot, es decir, el guiso que se está haciendo en la pota, caldero, cazuela, puchero, perol (al gusto del lector).

En definitiva, el potaje viene a ser el típico guiso hecho con legumbres, verduras y otros ingredientes que se come especialmente durante los días de abstinencia.

Como iba diciendo, volviendo al periodo de abstinencia y a la prohibición de alimentarse de productos cárnicos, entran en  juego los pescados ceciales, caracterizados por el salazón y su posterior curado para su conserva. Y aquí, el premio a lo castizo y lo tradicional es para…

(*redoble de tambores*)

¡el Bacalao!

Y ¿Por qué el bacalao? Pues porque es una fuente importante de proteínas no cárnicas que la Iglesia admite en la vigilia cuaresmal y porque tradicionalmente era el pescado más accesible para los que habitaban en el interior alejados de la costa.

Hoy queremos continuar homenajeando las costumbres populares y a la gastronomía artesanal, y que mejor manera que con el potaje de vigilia preparado principalmente con garbanzos, espinacas y bacalao, y los condimentos propios del potaje tradicional, al que también se le puede añadir patatas, arroz o huevo duro (“todo lo que se le eche al pote hace potaje”).

Visto lo visto…¡en Cuaresma no se comía nada mal! :P